jueves, 27 de agosto de 2020

 





Francisco Giménez

De cantador de strike a contador público

 


Por Mario Manzanares

                                                                       

  Desde pequeño gusto del bei

sbol, un deporte que venía creciendo a grandes pasos, gracias al impulso del zapatero pelotero y dirigente deportivo Roseliano Pérez, un hombre que dedicó parte de su vida al deporte rey del venezolano, tanto fue su entrega que hasta un estadio hizo solo con la ayuda de los amantes de este deporte.

Entre esos jóvenes andaba un niño inquieto, detrás de la pelota, con un guante cocido a mano de lona vieja, el muchacho era Francisco Giménez, quien desde chico se destacó como pelotero, jugando cualquier posición, con tal de jugar.

Fue tomado en la categoría infantil por la escuadra del profesor ya retirado del beisbol muy joven por lesión, la gran tercera base Miguel Herrera, quien conocía de las habilidades de Giménez con el guante y el madero.

Para la época de los años 50, había gran entusiasmo por este deporte y gran cantidad de equipos hacían del béisbol el pasatiempo de los fines de semana. Desfile por la calle Real de Acarigua, hoy Libertador, al son de la banda municipal, desfile que terminaban en el acondicionado estadio, que en la década de los setenta le darían el nombre de “Roseliano Pérez”, coso que se convirtió en un icono del deporte del diamante, por tener características muy peculiares.

Francisco Giménez, estudiante de la escuela primaria para varones “Raimundo Andueza”, alternaba sus estudios con la práctica, o sin antes de hacer tareas y oficios del hogar, hasta no terminar no iba al estadio.

Eran momentos duros y se tenía que trabajar duro para lograr conseguir lo que se buscaba, la familia Giménez no era la excepción. En practica a la orden de ese baluarte arquitecto de personalidades, forjador de hombres sanos, así fue catalogado Miguel Herrera, quien desde chico aprendió la labor de tipógrafo y la alterno como pelotero, hasta llego a ser catalogado como el mejor tercera base de todos los tiempos, por los que lo vieron jugar.

En plena juventud estudia contabilidad en el Instituto de Comercio Acarigua, y extendió su experiencia con cursos realizados en INCE, en ambos sitios aprendió el oficio auxiliar de contador, y los años de experiencia lo llevaron a ser un exitoso tenedor de libros y de llevar la contabilidad de muchas empresas de Acarigua-Araure.

Llegó a jugar hasta la categoría clase “A” con afanados equipos como el Portuguesa BBC, con quien salió campeón.

Ya consagrado como pelotero le pico el zancudo del arbitraje y al lado de Antonio Ríos, comienzan en la difícil tarea del arbitraje. A Giménez de fuerte carácter no se le hizo difícil adaptarse rápidamente al nuevo trabajo, ahora ya era contador y pasaría también a ser cantador de strike y bolas, donde le fue muy bien en beisbol.

Francisco Giménez, en su época de árbitro era un hombre serio en su trabajo, de franca amistad y respeto, de ancho bigote negro, regordete de una estatura mediana no llegaba a metro setenta, se hacía respetar detrás del home. Los peloteros respetaban su trabajo y se dio a conocer por su rectitud y honradez.

En la década de los ochenta, lo conocí como árbitro de softbol, en la desaparecida liga Araurigua, que presidia otro grande del deporte portugueseño Alejandro “Gato” Moreno, de quien pronto hablare. Esta liga funcionaba en el estadio “Enriche.Villanueva” de la Fundación Mendoza. El día de su inauguración (el estadio), vestido de Shitdompager recibió el saludo del Presidente de Venezuela el acarigueño Luis Herrera Campins, quien vino a la inauguración de ese bello complejo deportivo, hoy solo sobrevive el estadio de softbol. Esa mañana se inauguraba un campeonato nacional de softbol juvenil e inauguración del estadio. Con Giménez estaban en plan de árbitros, Antonio Ríos, Nery Colmenarez, Feliz Saavedra, entre otros.

Por muchos años fue arbitro de este popular deporte, se fue retirando del beisbol hasta quedarse solo con el softbol, siempre con su liga que fue fundador y defensor.

En las postrimerías de su vida, un penosa enfermedad lo retiro definitivamente de su pasión, ya no volvería a cantar bolas o strike, una repentina ceguera se encargó de eso. Luego fallecería.

Francisco Giménez, se casó con la bella madrina y reina del beisbol doña Esperanza Ríos Mercado, con quien tuvo tres hermosos hijos, Cesar quien siguió los pasos de su padre, hoy día es entrenador de beisbol, Nadia, ya fallecida y Libia. Residió por muchos años en la urbanización Durigua II, hasta la hora de su desaparición física, muy cerca de quien escribe esta crónica. Fue mi amigo, y fueron muchas las noches que nos fuimos de parra, a disfrutar y a echar cuentos, siempre en el Dart de Alejandro Moreno, con Feliz, Nery, Giménez, Felipe Alfaro y mi persona, ya reportero de Ultima Hora.

Eran muchos los locales nocturnos que visitábamos luego de las largas jornadas de juegos fijados por la liga, y llegaba la hora de descansar y pasarla bien. Aquí todo éramos amigos y compadre, y se pasaba bien.

 

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