Por Mario Manzanares
Nativo de Guanarito,
donde la leyenda del Silbón se sembró, allí en el cono sur de Portuguesa, nace
el fotógrafo William José Lugo, un 14 de enero de 1950, ya hace más de seis
décadas.
Se define a sí mismo
como un romántico de la fotografía, de la que a vivido por más de treinta y
cinco años de vida profesional, y que luego de ser pregonero de calle, se
convirtiera en reportero gráfico.
Su infancia fue como
la de todo niño, tranquila, una época donde las escuelas no abundaban y era
difícil ir a los planteles porque eran extremadamente lejanos para algunos.
Sus padres Manuel
Lugo, maestro de profesión, se encargó al lado de Doña Carmen de Lugo darle la
crianza y las primeras letras a William, quien no fue un letrado ni mucho menos
un amante de los libros, pero aprendió lo básico, pero de sus viejos le
enseñaron lo duro que es ganarse la vida y salir adelante.
Cuando William era un
chaval aun, sus viejos dejaron su lar natal y se vinieron al norte de Portuguesa,
llegando hasta Acarigua, leo de varias mudanzas internas en Páez, tiran ancla en
Barrio Bolívar comunidad recién fundada, por los años 70, La ciudad comenzaba a
crecer al este de la misma.
En Barrio Bolívar ya
instalado comienza su periplo como joven emprendedor y comienza a pregonar con
la prensa nacional, cada mañana madrugaba. Llegaba a la librería El Ateneo del
señor David, ubicada al frente dela actual casa de los abuelos, antiguamente
sede de lo que fue la Seguridad Nacional y policía municipal, en la parte
trasera del Banco Occidental de Descuento.
El aprendizaje en el
arte de la fotografía leo unos años después, cuando contacta con el ya
profesional de esta profesión el señor Jiménez, en su local comenzó a
trapear los pisos pero con la mirada
puesta en las cámaras, esas pesadas cajas negras que llamaron su atención, allí
estaban las convencionales Leicas, Speed Grafic, Contarex, Rico o Canon, había
para escoger.
Aún estaba años luz
la digitalización de la fotografía, ni se imagina siquiera.
Con Estudio
Fotográfico de Carlos Jiménez, comienza
a recibir lecciones gratis en tomas fotográficas y los primeros pasos en proceso del revelado, donde el negro Lugo se
destaca, convirtiéndose en un laboratorista a tiempo completo, donde copio
todos los tamaños de las fotos, desde 10X15 hasta grandes afiches, los que hacía
casi desnudo,con el papel en el piso, donde se llenaba todo el cuerpo de
revelador y fijador, pero cumplía con los clientes, me cuenta.
También izo de
fotógrafo de estudio y eventos sociales, lo que dejaba buenas ganancias y se
comía bastante, todo ello en la fotografía a blanco y negro.
La era del color a
William Lugo lo agarro en su propia empresa, “Foto Lugo”, ubicado en pleno
centro de Acarigua, al lado donde hoy se ubica Foto Vargas, de Don Jaime
Vargas, uno de los propulsores de esta profesión en Portuguesa, aun Foto Vargas
está en el mismo lugar que ayer. En esa pequeña bodega fotográfica Lugo
comienza a labrar su propia vida y con su trabajo tesonero le da de comer a su
extensa familia de 14 hijos, el coleguita nunca compro un televisor porque era
como él, a blanco y negro.
En los años 70 nace
en Acarigua-Araure el primer diario de Portuguesa
“Ultima ora” ya con casi cuatro décadas informando al estado, llevando la mejor
información a todo el territorio, El diario abrió las puertas a muchos fotógrafos
para incursionar en el periodismo gráfico, entre ellos a William Lugo, que se
convierte en unos de los primeros que probo esvisionerosa suerte de fundador, quien
ejerce como laboratorista y también fotógrafo de fuente de calle por varios
años, se enamora de esta nueva pasión, el reporterismo gráfico.
Ya se había fundado
en Venezuela el Circulo de Reporteros gráficos de Venezuela en 1943 y en Portuguesa
se olía aire de cambios, y al lado de un grupo de loran en 1980 se
funda la seccional Portuguesa del gremio CRV, al lado de un connotado grupos de
grandes fotógrafos, donde aparecen entre los primeros 12 agremiados Miguel
Dinapoli, Josué Campos, Luis Escalona, Hernán Rivero, Víctor Morales, Obed
Figueredo, Vicenzo Dinapoli, Armando Ibarra y William Lugo.
Luego de su `partida
de Última hora, pasa por los diarios El Informador y El Impulso, como
corresponsal, dejando constancia de su experiencia y trabajo, dejando
muchas imágenes en el recuerdo, y
dejando también su buen ojo para captar emociones.
Años después llegaría
a la alcaldía de Ospino, donde laboro por diez años como reportero gráfico de
la oficina de prensa de ese despacho municipal, laboro con varios alcaldes.
Luego se mudaría al Instituto Municipal de Deporte y Recreación de Araure
(INDERA), allí lo acogieron Juan Pablo Guzmán, Nixon Rodríguez y Francisco
López, y en estos momentos disfruta con su esposa Lolimar de su jubilación y de
vuelta en el cono sur, pero esta vez está en la capital Guanare, pasando un día
diferente con su gente.
Ya retirado del
ambiente fotográfico vive tranquilo, padeciendo los achaques de viejo y
disfrutando de sus nietos.
Los Lugos, aparte de
William son una familia de fotógrafos, a él se une José Melquiades Lugo, y más
recientemente el hijo de William, Wilfredo quien laboro también al igual que
Melquiades en el Diario Ultima hora, todos miembros del CRGV.
William
Lugo a sido un gremialista, un luchador por las reivindicaciones de los
reporteros, así como un asiduo representante en los juegos nacionales deportivos de
Periodistas en la disciplina de bolas criollas, donde a logrado colocar en su
cuello varias preseas entre dos oro y
dos bronce, en Ciudad Bolívar, Lara, Cojedes y Apure.
Aun
activo en el deporte sigue siendo una ficha fija en el equipo de bolas criollas
y en las actividades gremiales tanto del CNP como del CRGV.
A
lo largo de su trayectoria reporteril, gracias a su buen trabajo logró ganar
varios premios en fotografía, tanto municipal como regional, dejando constancia
de su trabajo.
Ya
retirado de la fotografía se retira a la calurosa Guanare, con su camarita como
compañera y su gordita Lolimar, dejando en esta ciudad acarigueña un cumulo de
amistades.
Continúa
con su pasión deportiva las bolas criollas y el dominó, pero también le gusta
asar carne, sobre todo cuando no la compra él.
William,
como le decimos sus amigos sabemos de su amistad, es conversador y colaborador
y también un fosforito. A ese moreno ido de la actividad fotográfica, vive
buscando que hacer, es inquieto y ya con varios abriles encima, con la cabeza
llena de nieves y su paso lerdo, ya es hora que este colega deje ya la presión
y viva de su pensión, que haga lo que no hizo a lo largo de su vida laboral,
que viva a plenitud sus últimos años, que transite con su familia, los años que Dios le quiera aun dar. Mi
compadre William.
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