Mario Manzanares
Como un homenaje a los sufrimientos sufridos por nuestros aborígenes, en la conquista española, relatamos este fragmento tomado de las investigaciones realizadas por el escritor Raúl H de Pasquali, cronista Oficial de Ospino ya fallecido, al glorioso pueblo de San Miguel de Acarigua.
A la llegada de los primeros conquistadores, en 1530. Entre 8000 kilómetros cuadrados que median entre Sarare (al norte); Coheri (Cojedes) y Acarigua, (este-oeste); Temerí (Portuguesa), al sur, se distingue el “Villorio de Acarigua”, donde vivían entremezclados caquetios y cuibas, con capacidad de poner sobre las armas 15000 guerreros.
Había abundante comida: maíz, yuca, frijoles, caza y pesca.
Las narraciones de Nicolás Federman y Jorge de Espira, coinciden en apreciar a Acarigua, como el centro de mayor concentración de población en los llanos. Destacan la influencia que tuvieran sobre el resto de las comunidades indígenas: Coyones, jira jaras y Guaiqueries dentro del sector de los 8000Kms2”: El paso de las sucesivas expediciones conquistadoras, disloca el cuadro poblacional de la porción geográfica que veníamos haciendo referencia y que se denominará, indistintamente, Hacia Los Llanos de Acarigua; hacia el Valle de San Miguel de Acarigua; o simplemente, de Los Llanos.
Cuando se funda la ciudad de Barquisimeto en el año 1552, las comunidades indígenas que se salvaran de la hetacombe de la conquista, quedaron en calidad de “indios bajo el sistema de encomiendas” a cargo de los fundadores de dicha ciudad, así como los 8000 Kms2 que ocuparan las parcialidades aborígenes del valle de Acarigua o de los Llanos, quedo bajo la jurisdicción de Nueva Segovia de Barquisimeto. Por espacio de 150 años, es decir hasta 1702.
El punto de referencia seguirá siendo Acarigua, estableciéndose la primera doctrina en 1558. Acarigua será el punto de partida para la reestructuración, reorganización, fundación de los antiguos asentamientos aborígenes: Primero por autoridades civiles y luego a partir de 1658 por los misioneros, tales como, San Antonio de Choro, Tucuragua, Paso de los Caballos, Santo Tomas de la Galera, San Antonio de Araure, Santa Bárbara de Agua Blanca, San Rafael de Onoto, San Antonio de Jujure o de Turén, Villa de Araure.
La primera localidad bajo el sistema de encomiendas, reconocida y reorganizada al el estilo de fundación hispana, fue Acarigua en 1620.
Entre los años 1890 a 1920, el estado Portuguesa, pierde alrededor del 40% de su población a causa del paludismo, fiebre amarilla, tuberculosis, contiendas armadas, fenómenos naturales, sequías, inundaciones, langosta, ciclos de crisis económicas regionales, nacionales e internacionales. Inciden y origina una fuerte inmigración portugueseña hacia los Andes y Valencia.
Aguantando el chaparrón de múltiples calamidades se mantiene en pié Acarigua, en su posición de encrucijada, con su vocación de concentración urbana, con su actividad comercial, con su alrededores agrícolas.
El cultivo de café en las serranías de Portuguesa, es un atractivo para la inmigración larense, oriunda del triángulo que forman el Tocuyo, Carora y Quibor, incluso hasta Barquisimeto, los rigores de una estación seca que amenazaba con volver las tierras de los cardonales en arenales.
Gracias a esa inmigración que nos prefirió, antes que irse para el Zulia, a las labores petroleras, se fue abultando la población portugueseña y activando el centro comercial de Acarigua.
A partir de 1920, entramos los portugueseños en un respiro, la masa campesina larense se encumbró con el café, así como a partir de los años veinte con la explotación madera y la colonización de Turén, agrandando los maizales.
Acarigua, se llenó de aserraderos, un desfilar de camiones roleros surcaban calles y carreteras que desde Barinas, pasaban por Portuguesa, Cojedes, Carabobo, Aragua, Distrito Federal. Curioso es observar que, entonces, las leyes de transito, regulaban el transito entre los automóviles, los camiones, las carretas de buey y las bicicletas. Fue el primer paso de esa Acarigua agrícola, a la Acarigua agroindustrial.
Esta Acarigua, de vocación agrícola de sueños agroindustriales, de prácticas comerciales, de inclinación urbana, de centro de confluencia, con su posición de encrucijada, receptor amistoso, fraternal, acogedor, sirvió de base al arranque a la agricultura mecanizada, a las grandes extensiones de cultivo, de la incorporación de la clase media a las actividades agrícolas.
De todos los puntos cardinales de Venezuela llegaban con sus cargas de esperanzas a Acarigua y Turén los que estaban deseosos de labrar la tierra desde los tractores, de la Europa, que deseaba sanar las heridas de la guerra, llegaron contingentes para formar hogar y nueva vida.
Acarigua ese vocablo indígena, volvió a recorrer espacios, y fue sueño, meta de porvenir, de bienestar. Es tiempo de analizar las repercusiones, económicas, sociales, demográficas, que implico el plan arrocero, se trata de una experiencia que ha trascendido, que ha repercutido en lo social, en lo educacional, en lo sanitario.
Hoy se plantea una nueva problemática, nuevos sueños, nuevas esperanzas, pero hay algo que constituye la parte medular, aquella voluntad, aquel deseo de hacer, de participar, de progresar. Son elementos humanos, vigentes, válidos, de aprovechar.
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