miércoles, 25 de noviembre de 2009

La Bodega El Pobre sinonimo de Acarigua

La remosada bodega El Pobre, en su nueva direccion
Mario Manzanares
Era la época de los cuarenta cundo este larence quiso establecerse en Acarigua y para ello funda una pulpería o bodega que pondría como nombre "El Pobre", negocio que perduraría en el tiempo y en el espacio, pero es que don Amabilis Fifueroa lo dispuso así, un negocio donde se consiguiera todo lo que el cliente buscara, alli habia de todo.
Fue asi como en el año de 1947 en pleno centro de Acarigua en la antigua calle 10 hoy 29 justo donde hoy esta el moderno centro comercial Metropolitano, allí se ubicaba este negocio al frente de la casona que servía de asiento a la familia de Numa Salas.
Desde aceite de culebra ciega para los dolores de reumatismo, hasta el solicitado chimo tigrito, hamacas, sillas, taburetes, malojillo, y todo para los quehaceres del hogar, don Amabilis siempre lo tenia, era sin lugar a duda el verdadero supermercado del Pobre.
El negocio era muy visitado por Nerio Duin Anzola, quien se surtía para sus trabajos exotéricos y de farmacia con las raíces de plantas medicinales que allí don Amabilis tenia a la venta, Manonerio era cliente fijo del negocio.
Aún después de la desaparición física de don Amabilis Figueroa, siguen despachando con el mismo cariño de antes y con más mercancía que ayer, ahora hasta bultos de madera seca se expende en la bodega, alli esta ahora al frente la viuda de Figueroa, pero hoy día en una nueva dirección, cerca del liceo Páez y detrás del parque Andrés Eloy Blanco, por la avenida 36 con calle 35.
La clientes sigue en auge, y desde muy temprano la gente busca los famosos pan de horno que tanto gusta con el cafecito en las mañanas, la tradición no se ha perdido y todavía hay abuelos de la época de don Amabilis que dicen, "si no lo hay en la Bodega El Pobre, no lo busque en otro lado".
Son mas de sesenta años al servicio de esta gran ciudad y de toda su gente, la Bodega El Pobre es sinónimo de Acarigua, es la perseverancia pura de creer y amar lo que se hace, don Amabilis Figueroa creció amando a esta ciudad que no lo vio nacer pero que hizo suya como todos los larences que se han sembrado en los corazones de todos los Acarigueños.

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