Donato Peraza: Hombre humilde que suda para llevar el bocado a su casa

El barrendero de la ciudad, Donato Peraza

Mario Manzanares
La injusticia algunas veces golpea a las personas de menos recursos, los castiga y los hace sufrir algunas veces de mengua, otras veces estos hombres de pueblo se las ven gris, ya que no encuentran un trabajo de que subsistir, en esta vida llena de injusticias sociales; el caso que nos atañe, el de Donato Peraza, un Acarigueño de los años 50, que con su cepillo a cuesta camina por las calles de esta gran ciudad barriendo su pobreza y buscando el pan de la vida.
Este paisano nacido en la Reja de Guanare, conoció en persona a ese gran hombre de historia y leyenda como fue Mano Nerio, corrió en las sabanas de Araure y jugo pelota en el desaparecido estadio Acaraureño “Roseliano Pérez”.
De origen humilde, Donato cuenta que una vez en la época del Dr. Dimas Salcedo cuando fue Alcalde de Páez, era obrero de esa dependencia municipal, donde se ganaba el pan para su casa, pero con el cambio de gobierno su miserable sueldo le fue arrebatado por el gobierno entrante y fue echado sin contemplación, quedando en la calle, al igual de todos aquellos que contaban con el.
Pero Donato no se amilana por la derrota pasada, busca por los rincones la misericordia de nuestro Señor y camina con prisa pero sin pausa buscando el dinero para comprar la comida diaria que espera su vieja esposa quien aun le acompaña.
Caminando y limpiando los frentes de algunos negocios con los que ya previamente a conversado, Donato apresurado pasa de un lugar a otro con un cepillo ya comido por tanto uso, barre, recoge y luego bota los desperdicios que amontona, lo deja apilado para que los señores del aseo urbano se lo lleven, y luego pasa por la paga convenida.
La justicia social, la ayuda al prójimo como reza el socialismo debería luchar para que casos como el de Donato Peraza, por sus ojos azules parece ser descendiente de extranjero, diría mi vieja, “tiene raza de europeo”, le ayudaran y lo pensionaran para que descansara sus viejos huesos y pudiera dedicarse sus últimos años a estar con su vieja sin preocupación y sin peligro de que los amigos de lo ajeno le quiten lo que con tanto esfuerzo y tesón le cuesta conseguir para su familia.